Formacion humano cristiana

 

     Para comenzar podemos resaltar que el estudio del ser corporal (Fenomenología) ha sido estudiado y juzgado por diversos fenomenólogos de entre los cuales resaltan Husserl, Scheler, Marcel, Merleau-Ponty, Sartre, Waldenfels, entre otros. Cabe mencionar que la fenomenología del cuerpo asume el ser encarnado como una consideración no exclusivamente biológica del cuerpo humano, Gabriel Marcel (1996) reflexiona sobre la condición corpórea del ser humano diciendo “la encarnación es entendida como situación de un ser que aparece como ligado a un cuerpo” afirmando que si una cosa existe es porque esta “vinculada al cuerpo”.

     Es así que no es posible disociar la existencia de la conciencia de sí como ligada a un cuerpo, como encarnado, la visión existencial es, pues, el de la personalidad encargada. Para Merleau-Ponty, la noción de encarnación comporta una humanización del cuerpo, que también sirve de análisis antropológico es por esto que para el encarnación puede significar trascendencia en un doble sentido, primero en virtud de la encarnación y segundo en el espíritu, esto quiere decir que en sentido fenomenológico la encarnación no trata del cuerpo como organismo, perceptible y objetivable como una cosa, sino el cuerpo tal y como es vivido.

     Cabe destacar que la fenomenología en la semántica alemana, expresa dos [2] modos del cuerpo. Por un lado el cuerpo es considerado como cuerpo objeto o como cosa corpórea (Körper) y, por otro lado, el cuerpo es considerado como cuerpo propio, cuerpo vivido, cuerpo fenomenal, cuerpo animado (Leib). Sin embargo, se debe tener una salvedad con estas dos [2] teorías si seguimos los planteamientos de Waldenfels. Desde una teoría fenomenológica del cuerpo debemos diferenciar de manera conceptual los modos de expresión del cuerpo objeto, físico, natural, cuerpo cosa dotado de leyes propias.

 

     Podemos mencionar que según Vanegas el cuerpo (Körper) es una cosa más en la naturaleza, el mismo, es una masa viscosa, hecha de fibras musculares, nervios, formas óseas y órganos somáticos presentes en lo real, como tiempo y espacio, no es más que un obstáculo visible en el mundo, expuesto a toda la serie causal en la naturaleza, siendo y dejando de ser más. De esta manera, el cuerpo objeto en su forma material está formado de lo mismo que lo circunda en la naturaleza, la forma del cuerpo como algo material en el mundo, se da como lo visible de los hombres en estar dados en la naturaleza, de la misma forma que lo existente mismo del mundo, el cuerpo y el mundo son la misma cosa y están estructurados de la misma materialidad.

      Según lo anterior esto quiere decir que mi cuerpo está hecho de la misma carne que el mundo (es un ser percibido), y que además el mundo participa de la carne de mi cuerpo, la refleja, se superpone a ella y ella a él. Para la fenomenología del cuerpo Leib es un cuerpo-sujeto, fungiente, sintiente, ser-cuerpo, es el cuerpo-propio. El cuerpo fungiente se refiere al cuerpo que hace algo, que aparece como sujeto-agente en el yo puedo; es decir, el cuerpo que en el percibir, en el accionar, en el sentir, en la sexualidad, etc., efectúa un rendimiento, ejerce una función (Waldenfels). Se trata del cuerpo que se intuye, experimenta, padece y siente, y que no se deja objetivar conceptualmente de un modo total.

     Por otro lado se puede decir que en sentido fenomenológico, el cuerpo no es un objeto que se pueda concebir ni tratar como una cosa ni como algo puramente material, ya que es una dimensión de mi propia existencia. El cuerpo-propio, fenomenal, hay que considerarlo como el sujeto encarnado que está presente en el mundo. La fenomenología del cuerpo se opone tanto a una reducción fiscalista del mundo como a una reducción fisiologista de la corporalidad y del movimiento humano. De acuerdo con Paredes la vivencia del propio cuerpo permite, en primera instancia, evitar una interpretación mecanicista del cuerpo humano lo que interesa es integrar al cuerpo en una constelación de sentido que ofrezca un significado humano.

     En otro orden de ideas cabe mencionar que la emoción es la disposición del animal como realidad psicosomática ante la presentación cognitiva-valorativa de la realidad. En el ser humano, este fenómeno es más complejo que en el animal, porque la experiencia total es vivida desde la inteligencia y desde una actitud voluntaria. Como se ha dicho, la noción de a petición es analógica, como lo es la correlativa de cognición, y en aquella analogía, el primer analogado es la voluntad. Para determinar cuáles son las emociones básicas, hay varias clasificaciones de las emociones según distintos autores. John Watson, padre del conductismo, coherente con su positivismo radical, reducía a las emociones a conducta, es decir, a movimientos musculares.

     Según Watson todas las emociones se podían descomponer en tres  fundamentales: temor, ira y amor. El temor es el conjunto de conductas que surgen ante determinados sonidos, como ruidos fuertes, o la pérdida de la base en que uno se apoya. La ira, el conjunto de movimientos espontáneos que surgen ante la limitación de los movimientos. El amor, los movimientos consiguientes a la excitación genital, todas las demás emociones no serían otra cosa que una mezcla de las mismas, asociadas además a nuevos estímulos a través del condicionamiento. Watson valora negativamente a todas las emociones, pues le parecen un estorbo de la conducta eficiente.

     Podemos resaltar que Freud acentuó la importancia de lo afectivo en la vida humana, no utilizó la palabra emoción, ni hizo una clasificación de emociones básicas. Para él, el aparato anímico (Seelicher Apparat), nombre con el que designa al alma (Seele), es una realidad distinta pero emergente de lo orgánico, que está al servicio de las necesidades congénitas del organismo. Este aparato anímico se compondría básicamente de representaciones (aspecto cognitivo) y de afecto (aspecto apetitivo). El alma sería un sistema energético que tiende al reposo, las necesidades orgánicas generarían un exceso de excitación que produciría un desequilibrio energético.

     Cabe mencionar que las emociones se pueden enumerar por pares contrarios: amor / odio; deseo / repulsión; deleite / tristeza., y los pares contrarios son: audacia / temor; esperanza / desesperación; la ira no tiene un movimiento opuesto dentro del apetito irascible. Es importante recordar que esta clasificación de emociones hace referencia a géneros de emociones, que a su vez se dividen en especies esencial y vivencialmente distintas. Un ejemplo, sería el deseo sexual y el deseo de comida son y se experimentan de modo muy distinto, incluso en cuanto a sus aspectos corporales e interoceptivos (excitación genital, en un caso, malestar en el vientre en el otro).

     Por otra parte podemos mencionar que las emociones son las que mueven el organismo a la acción exterior, ésta también está bajo el dominio de la voluntad, mientras que en los animales brutos la conducta externa es el resultado necesario de la valoración particular de la estimativa, en el hombre esta acción puede estar dirigida por la voluntad, excepto cuando actuamos impulsivamente (es decir, movidos directamente por la estimación particular, antes de la advertencia y deliberación de la razón), o en modo reflejo. Existen tres tipos de conducta que son: conducta refleja, conducta instintiva e impulsiva y conducta voluntaria.

     A manera de conclusión es buena explicar que se llama conducta al movimiento corporal o a la acción transitiva que es guiada por actos cognoscitivos y apetitivos inmanentes. No es el caso de la acción refleja, sí lo es, en cambio, la acción impulsiva, pero al no haber libertad interior de poner o no poner el acto, es como si estos actos interiores fueran pasivos. Por el contrario, la acción exterior voluntaria es máximamente conducta, porque por ella la persona es guía de sí misma, por obra de su voluntad. Así, la conducta es una especie de los actos humanos, es decir, de aquellos que son propios del hombre en cuanto tal.

por Eduardo Alvarez

 

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